Cristina Caro
La Vida
Cuando pierdes a tu padre no solo le pierdes a él.
Pierdes al padre de tu infancia. Al de tu adolescencia. Al de tu juventud. Y al de tu niña interior.
No importa tanto qué relación tuviste al final de sus días. Porque son muchos padres los que se van. Y son muchas “tus” las que se quedan. A la espera.
Pierdes un ancla que amarrabas a tu origen. Y a tus raíces. Las que ahora se encuentran medio perdidas, buscando a qué arraigarse.
Como una barca con un solo remo. Confundida. Cansada. Pero sin dejar de avanzar.
Porque así es la vida. Un viaje continuo. Un crecimiento constante. Un enorme aprendizaje.
Y por eso doy gracias. A pesar de todo, gracias. Por todo lo vivido. Por todo lo que me queda por vivir.
